lunes, 2 de mayo de 2011

La muerte de Montaigne, de Jorge Edwards.

Solo con el título y el autor puse el libro el primero en mis lecturas, y lo he degustado con placer y con urgencia. Dos excusas son suficientes para explorar de forma entretenida vida y obra de este gran hombre: su relación con Marie de Gournay y las luchas por el trono francés a finales del siglo XVI.

Dice Jorge Edwards que la idea esencial de producir ensayos es "ensayar un sendero, y si no conduce a ninguna parte, desansar lo andado y ensayar otro". Todos los ensayos de Montaigne conducen al conocimiento, casi diría a la felicidad.

Dice Jorge Edwards, recordando sus primeras lecturas, que fue Azorín quien le descubrió a Michael de Montaigne. Yo no recuerdo cómo llegué a él pero sí que no puedo dejarle. Y he recordado mis primeras lecturas, también Azorín entre ellas, y que volveré a visitar. Es curioso rememorar esas primeras lecturas, extrañas y desordenadas.

Y para terminar, una cita, hay miles en los "Ensayos": "Es ser, más no es vivir, el permanecer agarrado y obligado a un solo método de vida". Y un deseo por cumplir: ir a conocer, cerca de Burdeos, la torre de M de M.

Palabras para regalar

Jitanjáfora: Enunciado carente de sentido que pretende conseguir resultados eufónicos (palabra inventada por el mexicano Alfonso Reyes).

Cuchufleta:
Dicho o palabras de zumba o chanza.

Dicharachero:
Que prodiga dichos agudos y oportunos.

Garambaina: Cosas y dichos inútiles, tonterías, pamplinas.

Mamarracho: Hombre informal, no merecedor de respeto.

Nonada: cosa de insignificante valor.

Zalamero: Que hace zalamerías (demostración de cariño afectada y empalagosa).