De paseo por Holland Park visito una vez más el jardín que Hiro Hito, creo, regaló a la reina Isabel, creo. Buen regalo si lo hubieran mantenido.
Queda la imaginación, nos queda el transportarnos a lo que quiso ser y ya no parece, un remanso de paz, un verso perfecto, una esbozada sonrisa.
Por eso prefiero no poner fotos del jardín sino de la estatua del Lord que da nombre al parque, un parque que para mí será siempre el del jardín japonés.
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