martes, 18 de septiembre de 2018
Beja y hacia el Atlántico
Por Beja pasé hace dos días pero solo conocí la estación. Hoy tengo unas cuantas horas para descubrir la ciudad. Otro "pueblo blanco", de casas blancas, blancas y amarillas, blancas y azules, casas bajas, plazas amplias, calles estrechas, calles alargadas. Y algunas de ellas en un alto. Sencillo, modesto y pobre. El alentejo es pobre y se nota. Pero no importa. Porque a veces no es necesario más. La belleza, la paz, el equilibrio, compensan la falta de riqueza.
Dicen que Beja es la planicie dorada, por los campos de trigo. Tendrían que ver Tierra de Campos.
Subo a la torre del homenaje, dicen que de las más altas del mundo (!!), lo cierto es que es imponente. Se aprecia la planicie dorada, pero quisiera esta torre en los campos de Castilla...
Paseo por la ciudad a la búsqueda obsesiva de un restaurante donde comer bacalao a la brasa o bacalao a la dorada. No lo puedo creer, no lo encuentro. Como sustituto decido comer en la Pousada de San Francisco, una de esas maravillosas Pousadas (nuestros paradores) que descubres en los lugares más insospechados. Me regalo un comer de señorito y lo disfruto. El lugar es magnífico. Un claustro acogedor como tantos. Un comedor amplio y un servicio cuidado. Solo hay que tener precaución con lo que se pide, no te hartes antes de empezar. Pero ya estoy avisado, me pido dos aperitivos, nada de primero y segundo. Unas perdices escabechadas y un bacalao frito. Y un buen vino blanco alentejano. Lo dicho, un regalo.
Apunto: ruta por las Pousadas portuguesas.
Después de comer me voy a la biblioteca, sí, uno de los pocos recursos que nos quedan cuando no llevamos ordenador, utilizar los servicios públicos. Y funciona.
La tarde es tarde de autobús, nunca tardé tanto en ta corta distancia. 120 kilómetros me separan del mar. Casi tres horas y media de autobús. Hace más paradas que el metro. Dejamos correr la vida pacíficamente para llegar a la última etapa alentejana, la que da al Atlántico.
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Envidia de la buena!!!
ResponderEliminarMe encantaría estar en esos pueblecitos contigo, degustando esos manjares y sobre todo, haber dado el paseo a caballo para recordar tiempos pasados, e ir calentado motores para el presente.
Lo dicho amigo, que este viaje despierte lo mejor en ti, que tú de eso tienes mucho.