sábado, 15 de septiembre de 2018

Para dar y Tomar

Treinta minutos en un tren de los que ya no se ven me acerca a Tomar. Dejo la mochila en el hostal, sin subir siquiera a la habitación. Más ligero de peso me voy directo al desafortunadamente llamado Convento de Cristo. Y es que es mucho más que un convento. Es un castillo, es un acueducto, es un monte de 45 hectáreas... y en el centro hay un convento. Todo obra de los Templarios, de ellos, de los Pobres Caballeros de Jesucristo, de la Orden del Temple. Y de sus sucesores en Portugal. Porque cuando en el siglo XIV aquellos poderosos defensores de la religión cristiana fueron poco a poco defenestrados, tras dos siglos de un inmenso poder, país tras país, convento tras convento, castillo tras castillo a lo largo de toda Europa, en Portugal fueron perpetuados a través de la llamada Orden de Cristo.  Y en cierto modo hasta nuestros días. Hoy, todos los bienes confiscados, el Gran Maestre es el Presidente de la República de Portugal.


Convento de Cristo. Detalle.
Convento de Cristo. Detalle.

Pues bien, este Convento es soberbio. A cada claustro un nombre y un no sé que que le hace sorprendente. El claustro de la miga, el de los cuervos, el de las hospederías... Y luego están las celdas, an una encrucijada de pasillos sobrecogedores, y un refectorio para mí único. Y en el centro de la iglesia la llamada Charola, una construcción en rotonda que no acierto a explicar y que nos llevamos en nuestra memoria los que por aquí pasamos. Mueran las fotos.


La Charola. A buscar fotos  en internet.

En Batalha y Alcobaça, no muy lejos de aquí, hay otros dos conventos templarios que complementarían la visita, pero no están en mi ruta. Los dejo para otra ocasión. Es conveniente dejar algún plato sabroso para mantener viva la llama del viaje pendiente.

Y como hemos empezado culturetas sigo con otro museo. Pero no asustarse. Este es curioso como pocos, dicen que es la mayor colección de cajas de cerillas de Europa. Y sí, está en Tomar. Más de cien países, más de 40000 cajas, hay quien dice 80000, da lo mismo, imposible contarlas. Ahí van unas fotos que ayudarán a entender porqué esos cientos de cajas de cerillas que aún guardo en ese l desván , irán en breve a la basura. Este señor viajero era un todo un coleccionista. D. Aquiles de Mota Lima. Su hija, más de 90 años, todavía vive en Tomar y modestamente sigue ampliando el museo, ahora municipal, el Museo dos Fosforos le dicen.



Siete salas de museo. Entreténgase el lector en echar un vistazo a los detalles.


 







2 comentarios: