Pues lo que decía, la noche en el hotel de Bogotá se me hacía larga y tediosa y a eso de las 4 de la mañana tuve una revelación: calorcito, calorcito dónde, pues en el Caribe. Pues al Caribe. A eso de las 5:30 eche mano del ordenador y reservé hotel y saqué billete de avión para las 9:45. Tiempo suficiente para desayunar como un señor, hasta un plato de arroz me he comido...es lo que había en la zona de salados además de los consabidos revueltos y huevos fritos. En lo del hotel no podía andarme con tonterías, lo de la mochila es una cosa pero cuando uno quiere recuperarse de un trancazo (con el que me vine de España) tonterías las justas. Afortunadamente en Cartagena puedes pagar 3, 6 y 8 millones de pesos por una noche, para eso está el hotel Casa San Agustín (8 millones son unos 1600€). La verdad es que me daba cien patadas pagar por una suite para mi solo, así que exploré otras opciones y me encontré con "La casa real del Cabrero by Soho", !toma ya! Tuve que coger suite, era lo que quedaba. Y aquí estamos, en un hotelito delicioso de siete habitaciones (la mía la mejor) pegadito a las murallas, pero por fuera. Luego os enseño unas fotos. De momento ahí va el enlace: https://casarealdelcabrerobysoho.getawayrentals.info/ Esta vez lo hemos hecho por 100 dólares la noche. Mueran los mochileros pobretones.
Con los taxis Cabify (o uber) todo funciona de maravilla. Y aquí son un regalo, el de Bogotá 5,5 €, el de Cartagena 3,5 €. Antes de mediodía ya había dejado las cosas en el hotel, cambiado la manga larga por la corta, sandalias que te crió y crema solar a tutiplén, Que ya daban 32 grados, poca broma, insisto.
Sin ni siquiera mochila ni riñonera, ni guías ni puñetas me encamino intramuros, eso sí, aunque sea más largo, unos minutos paseando junto al mar, por la Avenida Santander (por el general de este nombre, no por la ciudad española). La costa cartagenera es como la recordaba. Que por qué digo eso si es la primera vez que estoy aquí, pues no lo sé, pero así es. Las costas caribeñas que conozco (Puerto Rico, República Dominicana, Panamá) o sobre las que he leído ( Vargas Llosa, García Márquez) me han dejado un poso en las traseras de mi cerebro, como sucede con tantas otras cosas que uno nunca vio o personas que nunca conoció en realidad y que sin embargo diría conocer en detalle.
La ciudad es espectacular, a pesar del barullo turístico) es una de las mejores ciudades coloniales de América junto con Cuzco (puedo confirmarlo) y con Ouro Preto en Brasil (habrá que visitarlo).
Para que la mañana fuese perfecta una buena comida. Restaurante que me ha dicho un pollo que me ha inspirado confianza y allá que me he ido. Me colocan en un sitio estupendo junto a la ventana justo debajo del aire acondicionado, o sea, lo mejor para mi trancazo que ya empezaba a ceder con el solete caribeño. Me trasladan a otro sitio debajo de un ventilador (aquí los regalan), digo que gracias, que me voy y de pronto me encuentro junto a una pequeña orquesta, en el mejor sitio del restaurante y que curiosamente me había pasado desapercibido. Se puede pedir langosta pero me conformo con Ceviche con salsa de coco (millones y millones de ceviches se encuentran, algunos muy buenos, la mayoría solo valen algo por las salsas, como éste, pero me ha sabido riquísimo). Y luego, que tenía hambre, un arroz vegetariano cocinado a fuego lento envuelto y presentado en una hoja de no recuerdo qué. Muy rico. De fondo los músicos, creo que solo yo los escuchaba.
Paseo y paseo hasta dar con el Palacio de la Inquisición, dicen que hay que visitarlo y ahí que vamos. El palacio bien, la historia y los objetos de tortura simplones: un patíbulo por aquí un sádico aparatejo por allá y poco más. Así que pregunto por un buen café al conserje del museo, me manda al Starbucks de la esquina; porque era el doble que yo (de cuerpo me refiero) sino lo dejo allí mismo; decírselo se lo he dicho. Insistiendo un poco no le ha costado recordar que había algún que otro Juan Valdez en la ciudad y esto ya era otra cosa, que ese nombrecito nos suena muy bien a los muy cafeteros.
En la cola de la barra he visto precios de los cafés, en torno a 20€ el kilo. Bien cuando tienes quien te lo lleve. Lo bueno de las colas es que conoces gente, y este es el caso. Se llama Yonatan Rivas (sí, con Y, como debe ser, no con J coño). Unos 40 o 45 años. Especialista en sistemas trabaja por cuenta propia, ahora preparando un portal de bitcoins; me dice que es un timo, que ahí no ponga un duro. Será como dice. Venezolano de origen, colombiano de adopción y también ha vivido en la República Dominicana y en Argentina (aquí no solo vivió, sufrió la pandemia). El noviembre pasado estuvo en España (Orense incluido) y en Italia, trabaja y viaja y viaja cuando trabaja y trabaja cuando viaja. Es lo que tiene su profesión. Ahora vive en Bogotá donde hace un año compró piso, 120.000€ me dice que le costó. Que le ha dicho un primo que en Orense con ese dinero se compra un "cacho casa". Ya le he dicho: o el primo está gagá o el piso se ubica en la Galicia profunda. A él le he convencido, el problema que tiene es que su mujer se lo cree. Quieren venirse a Europa, falta echar cuentas.
Mañana quizás nos volvamos a ver.
Casa Real del Cabrero. Guapísima. |
En Casa a descansar, la tarde ha ganado un tono caribeño. Me veo a mi mismo sentado en la tipo-hamaca y tengo dudas de si se trata de una imagen del "Otoño del patriarca" o de "El Mariscal en su laberinto" (perdón, quería decir"El General en su laberinto"). No se me puede negar el aroma que se percibe del que tantos años vivió por aquí y tan cerca nació, el Sr. García Marquez, del que hablaremos otro día. Aracataca está muy cerquita, le quisieron llamar Macondo pero no se aprobó. Quizás también por eso GM emigró a México, donde, como es habitual, le recibieron con los brazos abiertos y le dieron la nacionalidad sin pedirla.
Al fondo la habitación |
Y aquí lo dejo, son las 9:15, hora de irse a dormir. Hasta la próxima
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