domingo, 12 de febrero de 2017

Notas finales



Esto se acaba. Estoy esperando a Alejandro, el taxista que me acercará al aeropuerto y es tiempo de cerrar estos cuadernos Sur del Perú. Afortunadamente, en este hotel tengo buen ordenador y buena línea. Algo muy escaso durante todo el viaje y que me ha dificultado el hacer las cosas debidamente. Sé que debería revisar todos los artículos y pulirlos, no para añadir sino para quitar y hacer más liviano el viaje, pero no me prometo nada. Es lo que tiene el directo. 

Mal que me pese, el portátil formará parte de mi equipaje en próximos viajes. Eso sí, habrá que  compaginarlo con el resto de herramientas. El libro de lonely planet ( u otro) es muy útil. Cierto que ya es más fácil hacer las reservas por booking etc. pero creo que el libro sigue teniendo interés. Y el riesgo de internet es el caer en la maldita tentación de la respuesta rápida. Como aquí no tienes, en general, datos móviles, solo utilizas los cacharritos cuando hay wifi y por tanto no caes en esa tentación, pero un portátil tiene peligro. 

Hay pequeñas cosas que más o menos conscientemente he ido dejando para estas notas finales. Por ejemplo, los precios. Cuánto se gasta uno y en qué. Yo diría que los precios en Perú son como una tercera parte que en España. Un euro son 3.4 soles. Digamos que algo que aquí cuesta un sol, en España costaría un euro. Lógicamente esto no es así para el tipo de productos que un turista consume (también porque no sabe negociar y aquí todo precio se negocia). 

Yo he comido por seis soles. Y por un buen cuy debidamente acompañado y bien servido he pagado 25 soles, 7 euros. La comilona con Pedro nos costó unos 16€ por persona. La mitad el vino. Era uno de los buenos y bonitos restaurantes de Arequipa (obviamente no de los "selectos"). En un buen chino, en el barrio chino de Lima (dicen que uno de los mayores del mundo) el coste por comensal es de unos 7 euros, incluida bebida y de postre un jugo de maracuyá divino de la muerte; y te sobra comida que te puedes llevar a casa. Yo he cenado en el mejor restaurante de Lima y posiblemente de Perú (y uno de los mejores de Latinoamérica), el Central, por 70 €,pero esa esta es una historia que luego os cuento. 

La botella pequeña de agua son 2 soles; un turista bebe decenas. Si se quiere ahorrar se compran de dos litros, pero hay que cargar con ella. 

El coste medio de una carrera en taxi está por los 3 €. Y es muy habitual pagar 1 o 2. Los colectivos son baratos, he viajado dos horas en un buen minibus por menos de 3 euros. También hice "autostop involuntario", de Pisac a Lamay, por treinta céntimos; esto es cuando estás en la parada del colectivo y se te acerca el maestro y te ofrece llevarte al siguiente pueblo....por un solesito.  Y la noche de Puno a Cuzco en un cama 160 grados por 20 euros. 

Un libro es caro, entre 15 y 20 euros una novela de actualidad.

Los hoteles tienen mucho que ver con el modelo de viaje que elijas. El mochilero vocacional paga entre 5 y 8 euros por noche, habitación y baño compartidos. Yo, que siempre pido habitación individual y con baño he pagado entre 25 y 40 euros por noche; en Lima más de 50, pero así va la linea de internet.

Propinas como lo veas, hay quien nunca deja nada. Yo salvo en los hoteles y en precios fijos como los colectivos, he dejado prácticamente siempre un 10%.

Aquí todo precio se negocia.

El salario mínimo está en torno a los 250 euros al mes. El verdadero problema, como siempre, es el número de personas que viven con ese salario mínimo, me temo que aquí es alto.

La corrupción es a nivel político igual que en el resto del mundo, alta. Ahora están sacando un caso en el que están implicados todos los últimos presidentes, los que vinieron a sacarles del hoyo en el que les dejó Fujimori. Alejandro Toledo (indígena él), Alan García y otros.  Lo que es diferente que en Europa es que aquí la corrupción también lo es al resto de niveles de la sociedad, eso creo. La policía de a pie se deja sobornar, el funcionario medio saca lo que puede de donde puede si puede etcétera.

Disfrutando del Cuy en Lamay, cerca de Pisac
Cuy al palo. Cuy es el conejillo de indias.















He escrito en estos cuadernos de la colonización pero no he dicho que tuve la oportunidad de contestar a una persona un poco quisquillosa cuando hablando de los colonizadores se refirió a mis antepasados. Le dije: estás equivocada, muy probablemente mis antepasados no se movieron de España y casi seguro que entre tus antepasados hay colonizadores. Tenia ganas y tuve la oportunidad. 

De lo que no he escrito es de lo difícil que tiene que ser vivir en un país siendo diferente. Aquí los que son diferentes son "los blancos". Un porcentaje muy alto de la población tiene facciones indias, son pocos "los privilegiados" que son diferentes. Lo hablaba con Sebastián, el de Burdeos, él pasa por italiano o español ante que por peruano, pero se ofende cuando sus compatriotas no le reconocen "a la primera" como peruano, que es lo que él fundamentalmente es y quiere ser (aparte de ciudadano del mundo, eso lo tiene muy claro). Es lo que dicen los buenos y buenas  psicólogos y psicólogas: lo mejor ser normalito.

Tampoco he escrito sobre el quechua, que es lengua oficial junto con el español y el aymara (este minoritario). Es muy cierto que la habla mucha gente, compaginándola más o menos bien con el español. Pero he preguntado a unos y a otros y en el colegio no se estudia ni mucho menos como se estudian el catalán o el vasco o el gallego en España. Estos niños,incluso los que viven en un entorno quechua-parlante, entienden el idioma pero no lo hablan y me temo que no lo hablarán. Pero te dicen ir de shopping o ciao. Qué difícil se hace hoy en día conservar un idioma minoritario, Solo eso quería decir.

Puede pensarse que no hay gente mala en Perú. La hay, seguro. Me decía uno de los taxistas que el GPS en Lima no siempre sirve porque te manda ir por calles por las que no debes ir, por las que muchos clientes te piden que no vayas. Me dice también que a muchas calles los vecinos las han puesto rejas porque si no entran con camiones y desvalijan casas enteras. Me cuenta otro taxista cuando le pregunto por qué tapa el salpicadero con una toalla que hace cuatro días le robaron todo: música, móvil, gps,unos 800 soles, era de día, las 9 de la mañana,  dejó el coche en un aparcamiento del hospital, cuando bajó el guarda todavia le quería cobrar....seguro que estaba compinchado con los ladrones que desvalijaron el coche. En fín que hay gente mala pero yo solo me trato con los buenos como queda dicho.

Me falta hablar de la comida. En las alturas, pasado Arequipa (ahí sí comí bien, ya lo he dicho)  he comido ligero y monótono: sopa de quinoa, sopa de dieta de pollo, arroz con pollo y poco más. Me desquité con el Cuy en Lamay, necesitaba algo consistente. Me dí una alegría con un filete de alpaca no recuerdo donde pero poco más. Donde sí disfruté fue en la costa, con los pescados (como el toyo diamante bebé en Paracas) y el ceviche. 

De todos estos pesares me he vengado en Lima. Cuando aterricé estaba cansado pero aún así me fui a cenar "en la barra"del restaurante Central y cené un solo plato (ceviche vegetal) y un medio postre, pero disfruté. El Central es el restaurante del Chef Virgilio Martínez. Muchos de los que nos visitaron a Lola y a mi en Londres y que son medio amantes de la cocina fueron con nosotros al Restaurante Lima. Virgilio Martínez es su dueño.  Pues bien, si el Lima es bueno-muy bueno y está a ras del mar, el Central está en las alturas andinas. Así que decidí premiarme también en mi última noche limeña. Y me reconcilié con Lima. La vista del mar también ayudó (mi hotel esta segunda vez  también en Miraflores pero junto al inmenso Pacífico). Reservé para cenar pero cuando vi el menú me asusté, era un menú degustación, de 12 o de 17 platos, una locura para un hombre solo...Y pedí cenar de nuevo en la barra, junto a los cocteleros, que no paran de preparar cócteles de lo más diversos y que te ayuda a disfrutar de la comida en soledad. Cené lo que en fotos acompaño, precedido de un cóctel (Capitán o algo así), acompañado de un buen vino peruano y finalizando con un buen café (y  purito que me fumé de vuelta al hotel junto al mar, el primero y único en estos quince días). Solo diré una cosa: si hay una buena razón para venir a Perú no es el Colca, ni el lago Titicaca, ni siquiera el Machu Pichu, es el Central. Tomen nota.

Acabada la cena antes de dejar el restaurante pedí que me lo enseñaran y cómo no, disfruté, todos saludadon con cordialidad incluido Virgilio (40 años) y su mujer (jefe de cocina) y cuando ya salía, surgió lo increible. Habrá quien se acuerde de un muchacho bilbaino que era camarero en un Fish&Chips de Londres al que llevábamos a todas nuestras visitas porque era fantástico (se llamaba creo Golden Hint o  algo así, muy cerca de Oxford Street,tiene más de 100 años y ha tenido seis o siete dueños). Pues bien, ese muchacho, Gonzalo, yo me acordaba de su nombre, con el que muchas veces hablamos, me reconoció en el Central y se acercó a saludarme. Nos dimos un abrazo. Trabaja aquí de camarero desde hace algún tiempo. Paseando junto al malecón, de vuelta a casa, me sentía ido, no creo que fuese el Davidof, era la conmoción. A veces cuesta creer que el mundo sea tan pequeño y la vida tan generosa.


Arroz con xxxxxxx

Asado con xxxxxx

Chocolates con xxxxxx
Reconciliado con Lima






Los olvidados

No me refiero a los olvidados de Buñuel aunque bien podría. Me refiero a todos aquellos que han cruzado sus vidas con la mía durante estos días en Perú.  

De algunos tengo foto. Pero hay muchos sin rostro: el silencioso sobrino de Marta y Martín al que no oí ni una sola palabra, la palermitana al lado de la cual comí en el mercado de Chivay y con la que pasé un rato entretenido, la chica que atendía en los desayunos en Cuzco y que me dijo que no habïa conocido en los muchos años que llevaba en el hotel más que a tres personas que viajasen solas (inocente), Freddy, peruano que vive en Miami y se siente perdido en Ollantaytambo, Francesco y novia, italianos con los que viajé apretujado desde Urubamba hasta Ollantaytambo y luego encontré subiendo a la puerta del sol en Machu Pichu, la chica de la agencia de viajes que sin yo pedírselo me imprimió la tarjeta de embarque del vuelo a Lima y a la que regalé una bolsita de bombones que llevaba en el bolso, la hija de Jenny, del hotel Kusillos en Puno, que me acompañó a coger el taxi que me trasladaba a la estación de autobuses,los numerosos taxistas con los que he compartido opiniones y tiempo, Willian, que me trasladó de un lado a otro de Lima y que luego me dió plantón y no me fue a recoger de madrugada para llevarme a la estación, como así habíamos quedado, Alejandro que me ha traido del aeropuerto al llegar de Cuzco y que me retornará para mi vuelta a España, y los que me han atendido en las tiendecitas con una amabilidad y educación encomiables, y en las recepciones de los hoteles como en el que ahora estoy, donde un joven sin nombre se brinda a hacer las cosas exactamente como a mí me vienen bien y no como serían más fáciles. Y tantos y tantos otros.



Mercado Chivay. Sin nombre
Colectivo Sibayo, Sin nombre
Colectivo Chivay. Sin nombre.

Yo no quería esta foto pero la presión de un solesito es mucha. En Sacsayhuaman


Y tengo foto con Nancy, la dueña del hotel Qolcampata en Cuzco, a solo dos cuadras de la plaza de Armas, pero en alto, y desde el que se veía toda la ciudad porque tuvo la atención de darme las mejores habitaciones las dos noches que pasé en el hotel. Y tengo foto con Cristina, a la que hice la primera compra del día, en Pisac, cuando empezaba la actividad en el mercado y discutimos una a una las compras y negociamos duramente. También con Nérida, la guía del Machu Pichu, que cojeaba de la idealización Inca, y con Marta, la guía de Sacsayhuaman y Q'enqo, que creía seriamente en los poderes espirituales de los ritos asociados al mundo inca. Y con Sebastián y Escarlet con los que coincidí en tres ocasiones en Machu Pichu y me hicieron las fotos que sin un palo selfie yo sería incapaz. Y Valentín con el que charlé más de una hora en Chivay sobre sus expediciones a la montaña andina y sus planes de hacer un gran restaurante en una de esos perdidos. 




Con Nancy. Hotel Qolcampata.
Marta. Guía en Sacsayhuaman y Q'enqo


Cristina, mercado de Pisac

Compañera en Machu Pichu. Simpática donde las haya. Sin nombre.

Sebastián en Machu Pichu


Valentín, caminante y empresario




Peruanos sin nombre, ni Machu Pichu

Grupo de Nérida. Machu Pichu.

Con el que no me hice foto es con uno de los guías responsables del colegio de guías de Cuzco, que amable como nadie creyó que me había convencido de apuntarme a un tour (menú del día) frente a mi idea de hacerlo por libre (menú a la carta) con el argumento tonto de que era más barato, algo que también le discutiría.

Tampoco tengo foto con Willy, compartí, a través del "bla bla car del abuelo" (nada de internet, simple puesta de acuerdo con un señor que se acerca a la parada de los colectivos y negocia precio hasta que llena su coche), viaje desde Ollantaytambo hasta Cuzco, en el día más largo. Eran las 11 de la noche. Yo estaba agotado y Willy creo que más. Yo no paré de hablar y cuando ya llegábamos a Cuzco me dijo: yo hablo más que usted, pero es que hoy estoy muy cansado. Me destrozó. Luego negoció taxi, lo compartió y me acompañó al hotel. 

Gracias Willy. Gracias viajeros del mundo.Gracias peruanos todos, buena gente donde la haya.

El día más largo

Me tiré de la cama, posiblemente de la mejor cama que he tenido en Perú, a las cuatro de la mañana. El guión así lo requería. El tren a Aguas Calientes sale a las 5 pero incomprensiblemente te obligan a estar 30 minutos antes en la estación. Este tren tiene un coste desorbitado por el simple hecho de que es el mejor camino (excepto andando, que es el ideal) hacia Machu Pichu. 135 $ ida y vuelta a través de una línea diría que aburrida y vulgar por más que se la idealice. Más o menos es como si para ir de Vitoria  a Atapuerca hubiese que pagar 500€. Si fuesen ferrocarriles estatales aceptado, pero creo que es el primo de alguien importante el que se lleva los dólares. 

En Aguas Calientes, a eso de las 7 cojo un autobús (de otro primo, supongo, este de 24$ ) que te acerca  por una serpenteante carretera a Machu Pichu. 

Ya en la entrada pregunté por un guía, pero esta vez quería compartirlo, por divertido y por precio. Tomé un cafecito tranquilo, me entoné y tantantantán, sonó la flauta, me junté con un grupo de unos ocho peruanos con los que hice una visita entrañable. Dos horas de introducción, neblina va, neblina viene, la montaña que aparece y desaparece añadiendo un cierto encanto al descubrimiento del lugar. Aunque, no lo negaré, echando en falta, la foto deseada. Esa que todos hemos visto mil veces.

Un pequeño tentenpié a base de Quiche y dispuesto a iniciar la escalada a la Puerta del Sol (digamos Sun Gate para distinguirla de la de Madrid). Una interminable  subida  de una hora en busca de la vista perfecta de Machu Pichu. Una subida que se me hizo más ligera por la compañía, una jovencita francesa, Margherite, que va a estudiar cuarto de arquitectura en Chile a partir de marzo y como preparación ha decidido viajar sola durante tres semanas, por estos lares. La primera vez que sale de casa sola y se lanza a esta aventura. Tomen nota los jóvenes. Pero llegamos a la cima y empezó a llover. Bien, así se irán las nubes; y se fueron, pero solo un poco; y volvió a llover, y esperamos otro poco, y calado hasta los huesos pensé que ya lo vería en google earth. Emprendí la bajada. Margherite se quedó media hora más. Luego me dijo que no le había servido de nada, pero que tranquilo, que con photoshop arreglaríamos las cosas. Ahí va mi foto antes de tratarla con photoshop.


La gran vista de Machu Pichu

 La siguiente escalada, algo más suave, fue al puente inca. En esta ocasión tuve suerte, es al otro lado de la montaña y el sol se mostró generoso permitiendo una vista perfecta del valle y del puente inca sacando a la luz  la terrible sensación de vértigo que, debo decirlo, me aterra.Hay un camino que no recorrí, el que lleva a Huaca Pichu (montaña pequeña, frente a la grande, que es Machu Pichu). Para esta subida hay entradas limitadas y gracias a los dioses a mi no me llegó, porque  tendría que haberla subido a cuatro patas. Me han dicho que es terrible, creo que está en la lista de las más peligrosas subidas del mundo...pero no te dicen nada. Increíble. Sebástián, del que luego hablaré, me confesó que tuvo el sentimiento de que ahí se acababa su existencia. 

La emoción de estas caminatas se iba sumando lentamente a la ya acumulada con los descubrimientos de días anteriores. Tan sobrecogedora naturaleza y tan soberbias obras marcan, no cabe duda. Me sentía realmente lleno. Tomé un tranquilo café de despedida bajo las ruinas legendarias y cogí el autobús de regreso, pero con parada en el museo Chávez Picón, a media hora andando de Aguas Calientes, donde disfruté de una sencilla pero entretenida exposición que completó mi aprendizaje y puso un broche final a los tres días de imperio inca. Solo había una familia de chilenos, admirados como yo de la obra de este arqueólogo peruano que hizo grandes descubrimientos, no solo en Machu Pichu, también en otras zonas del Perú. Y en este caso, lo descubierto ha quedado a disposición de los visitantes. No como lo que descubrieron los americanos, hace más de un siglo, que se lo llevaron a EEUU para estudiar, con un permiso de dos años y solo han devuelto un diez por ciento de lo llevado. En fin, la historia es siempre la misma.

El día no acabó aquí. Esperando al tren me senté en un banco en el que había una pareja y cómo no, comenzamos a charlar. Eran las 5:30. No paramos en cinco horas. Fuimos de pie en el tren, parecía no importarnos el haber pagado 135 dólares. Sebastián, peruano-italiano y Julie, francesa. El punto que nos unió al principio fue el restaurante Central de Lima (el Lima de Londres) porque Sebastián es un gran conocedor de la cocina Peruana. Y de muchas otras. Su debilidad es la Thailandesa. Quiere montar un restaurante Thai en Perú. Lo tiene todo estudiado, me lo contó con tal emoción que resultaba embarazoso hasta hacerle una pregunta a mitad de su explicación. Mientras se hacen con el capital necesario para ese sueño, quizás monten un restaurante peruano en Burdeos, donde ahora viven. Sebastián estudió Biología pero tras un año deambulando por el mundo decidió estudiar algo de Marketing pero no aguantaba la corbata y de nuevo cambió, es un bohemio pero con un sueño claro, el que he contado. Sus padres, ambos médicos. Su madre es la máxima responsable del servicio de neuropatología de Perú. Hablaba de ella con auténtica devoción, si bien dejando claro que su mayor y casi único interés eran los muertos. Su padre murió. Julie tiene una hermana que ha vivido en Londres hasta hace menos de un mes. En Hammersmith. Increible, vecina de nuestros amigos César y Encarna. Seguro que nos hemos cruzado algún viernes por las orillas del Támesis, incluso con Julie, que ha ido muchas veces a visitar a su familia. Uno de los lugares predilectos de Julie es Borough Market. Lo entiendo.

En fin, que bajamos del tren y sin hacer ningún caso a los que nos asediaban vendiéndonos viajes a un sitio y a otros, seguimos nuestra conversación hasta la plaza de Ollantaytambo donde decidimos tomar una cervecita rápida. Se nos hicieron más de las 10. Pusimos patas arriba el mundo. Fue esta la guinda del pastel. Del día más largo. Nos veremos. Cualquier día me presento en Burdeos. O quizás en Donostia donde Sebastián y Julie me han aconsejado el mejor restaurante para comer carne y el mejor lugar para la tarta de queso. Nos veremos.



Julie y Sebastián. Ollantaytambo.


Ellos iban a Urubamba, yo volvía a Cuzco. En el camino de vuelta, somnoliento a veces me venía a la cabeza, como en un sueño, esa frase que me enseñó mi padre: "Vedere Napoli e poi morire". Ver Napolés y después morir. Esa es exactamente la sensación que yo tenía, la de una gran satisfacción y gratitud por lo vivido este largo, larguísimo día. 

sábado, 11 de febrero de 2017

Cusco

Cuzco es una ciudad muy bonita. De esas que nunca olvidas. Igual que el arte cusqueño. Tienen personalidad. Y como no es muy grande (digamos un Valladolid) es acogedora y habitable. Solo molesta la presión al turista, pero el remedio es no hacer caso, que es lo que yo hago. Y si te apetece charlar con un vendedor de pinturas pues a la carga, que los peruanos siempre están dispuestos a un rato de palique. 

Cuzco aquí es Cusco aunque originalmente era Cosqo, que quiere decir ombligo, pues esto es lo que era en el imperio Inca: el centro en torno al cual giraba su organización geográfica y administrativa. 


Es una ciudad llena de visitantes (y estamos en temporada baja) pero es admirable el rigor con el que la municipalidad gestiona la edificación, titulación de edificios etcétera.  Animo a que entre las fotos que ahí van se busque a la multinacional vendedora de pollo frito que tanto gusta a uno que yo me sé. 





Añadir leyenda


























Cerca de Cuzco hay algunas ruinas que ya comenté en el artículo anterior. En el mismo Cuzco están las de Qorikancha que hoy no son especialmente espectaculares, pero lo debieron ser cuando sus robustos muros estaban cubiertos de una lámina de oro y brillaban como el sol asustando a los españoles que llegaban a la conquista. 

Pero lo que más me ha gustado de la ciudad, además de la propia ciudad, de sus entramados de calles, de su pulcra estética, de su sabor "cusqueño" (permítaseme la tontería), en fin, de su personalidad, lo que más me ha gustado es el llamado museo de arte popular, en la que fue la casa del Inka Garcilaso. Como siempre acompañada la visita de una buena explicación se consigue entender más sobre los incas y su historia,apreciar el arte de la ciudad, entender la influencia católica en la pintura y lo más importante, acercarte a este hombre, de madre indígena y padre español (el capitán Garcilaso de la Vega). Un hombre cultísimo que asombró a la propia corte española cuando se fue de Cuzco a Andalucía. Y que supo recoger en sus libros lo que le llegó de sus antepasados convirtiéndose, como ya mencioné, en el cronista más apreciado sobre el mundo Inca. 


Casa del Inka Garcilaso

Los Incas

Amanecí en Cuzco a las cinco de la mañana. En el hotel me dieron la habitación nada más llegar (increíble en Europa) y me pude duchar y desayunar como un señor (y no me lo cobraron, increíble en sitio alguno). 

He estado cuatro días en Cuzco ( dos noches en la capital y otra en Ollantaytambo). He visitado las principales ruinas incas de nombres imposible de recordar: Qorikancha,Sacsayhuaman, Q'enqo, Pukapukara, Tambomachay, Pisac,Ollantaytambo y por supuesto Machu Pichu. Casi todos saben cuán impresionante es este último, pero pocos han oído hablar del resto. Pues bien, algunos son realmente impresionantes. Y sé que algún otro que no he podido ver, también lo es. Ahí van fotos. 




























































Pero como siempre sucede, más interesante que las piedras han sido las vivencias. Tiempo habrá para contarlas.

Decidí hacer todas las escapadas y visitas por mi cuenta, con guías que me ilustrasen pero sin caer en la tentación del turismo fácil, algo casi imposible en Cusco.
A las ruinas cercanas a Cuzco me fui en colectivo ( autobús público ) y allí contraté un guía con el que aprender y discutir. En Picsa, más alejado de la capital, hice lo mismo. En Ollantaytambo me fui por libre y en Machu Pichu compartí guía con un grupo de peruanos que me hicieron la visita muy agradable. 

Yo diría que en general, los guías oficiales están cualificados. Esto no impide que cada uno vea la historia con distintos ojos. Un tema como el imperio inca da para el debate, pero si añades la colonización española y los sucesivos virreinatos e independencia del país, hasta el más templado es puesto a prueba y, la verdad, yo soy de sangre más bien caliente. 

Es cierto que el imperio inca llegó a niveles de desarrollo sorprendentes; que sus conocimientos de astronomía y construcción eran extraordinarios; que las obras que hicieron son imponentes y perduran a pesar de terremotos y otros infortunios. Su capacidad para vencer las mayores dificultades que la naturaleza presenta e imponerse retos imposibles es admirable. 

Pero todo esto no justifica a quienes muestran el mundo inca como un mundo idílico. Las piedras las subían los pobres, las tallaban los pobres; el Inca (jefe supremo) se autonombraba hijo del dios Sol  y por tanto "intocable". Los nobles, como siempre en busca de sus títulos y prebendas, cerca del Inca; y el clero siempre buscando su hueco a la vera de la corte. Esto no lo digo yo, lo dicen todas esas ruinas que he visitado. 
En fin, la historia de tantos y tantos imperios. Quién puede imaginar que fuese de otra manera con un imperio de organización autocrática, que se había ido creando con la eliminación de otras culturas anteriores, con una población de más de doce millones y que llegó a abarcar lo que hoy es Ecuador, Perú, Bolivia y parte de Chile, Argentina y otros países.  

Dicho lo anterior creo que el imperio Inca fue admirable, digno de estudio y aprendizaje. Un campo fascinante  para la investigación, la arqueología , la etnografía y tantas otras ciencias. En este sentido sí me gustaría manifestar mi incredulidad ante el hecho de que todavía no se haya confirmado si los incas desarrollaran un sistema de escritura. Esto nos daría mucha luz sobre su cultura. Porque todo lo que sabemos es por transmisión oral e interpretación de dibujos. No hay nada escrito hasta la colonización. El inca Garcilaso que es el más reconocido cronista de la época, nació 30 años después de la llegada de los españoles y desde los 20 años vivió en España. Ya está dicho todo. 

Dos cositas más sobre los incas  y los invasores. Que si los incas hacían o no sacrificios humanos; respóndase uno mismo que se crea hijo del dios Sol. Y recordar que el apogeo del imperio inca fue con el Inca Pachacutec, a mitad del siglo XIV.  Los españoles "acabaron" con los incas dos siglos después, cuando estaban en decadencia y sus luchas internas tanto ayudaron al éxito de los invasores. 

Y basta por hoy que me estoy poniendo divino. 

Para los despistados

Este ha sido mi recorrido por el sur de Perú. Recuerdo, una pequeña parte, quizás menos de un tercio de lo que es el país. Mirad en vuestras bolas del mundo,


La vuelta de Cuzco a Lima en avión.

jueves, 9 de febrero de 2017

Titicaca


 El camino de Chivay a Titicaca se hizo corto,solo íbamos tres pasajeros en un imponente minibus. Así era el precio, pero merecía la pena, se ahorraban muchas horas de carretera. Mis dos acompañantes eran alemanes pero Melanie hablaba español perfectamente. incluso baila flamenco. El paisaje expléndido, todos los volcanes imaginables, uno de ellos, por cierto, en erupción.  Y subiendo subiendo llegamos al lago  Lagunillas, nada menos que a 4444 metros. Ahí está la prueba

Volcanes y Andes
Uno de los volcanes cercanos a Arequipa



Más arriba no puedo.


Mira que siempre a 4444....
Llegamos a Puno de día. Puno está de fiestas, es seis de febrero, es la Candelaria. Y lo celebran a lo grande, llevan desde el viernes, y es lunes. Es como un carnaval brasileño, impresionante....pero con frío, mucho frío. Aunque por alguna de las fotos pueda parecer que me integré en la fiesta, lamentablemente no fue así, mi cabeza estaba como un bombo. Gracias a que el albergue en el que me hospedaba estaba especialmente  bien, y la dueña, Jenny, una señora adorable que hacía todo lo que estaba en sus manos, y no, por sus huespedes. Tras esa noche en Puno me he prometido que mi próximo viaje será a un pais a nivel del mar, incluso por debajo...



Tras esa noche en la que empecé a entender lo que  es que a una persona le falte el aire, amanecí, como siempre con nuevos ánimos aunque una cierta pereza para afrontar un día de mar.

Porque en eso consistió el día, en un viaje por el lago Titicaca (3.810 metros de altitud, uno de los más grandes del munco y compartido entre Perú y Bolivia). Como casi siempre elegí ir por libre y fue un acierto, eramos 15 personas, todos peruanos menos dos chilenos y yo. Guiaba la embarcación Juan y nos acompañó a la ida otra persona de las islas. Ir por libre en estas islas es relativo, evitas el excesivo mercadeo y tienes por compañeros de viaje gente "no tipicamente turista". Esto, para mi, no es poco. Lo del dinero es lo de menos, porque lo que se viene por un sitio se va por otro.

Juan, quien manejaba mi barca

El otro autóctono con el que suscribe





Visitamos primero una minúscula isla artificial (cinco familias viven en ella), una de las casi 100 islas Uros. Aparte de su belleza es destacable su originalidad (y la de la construcción) pero vivir allí me parece un triunfo. Es vivir en una barca en alta mar, pero así son las tradiciones.


Una de las islas Uros, la que visitamos

Dos horas y media más de viaje y llegamos a Tequile, esta isla es pequeñita pero no es artificial. En ella viven unas dos mil personas. Trabajan comunitariamente  y cobran por entrar. Entrar por un lado de la isla para salir por el otro, y así pasar por la plaza del pueblo, supone dejar los higadillos al subir y destrozar lo que aún quede sano de tus rodillas al bajar los más de irregulares escalones (que vi a un paisano bajar a saltitos como si estuviese jugando a la comba). Pero mereció la pena, todo esfuerzo la merece.

Como he dicho, había dos jovenes chilenos, con los que, cómo no, establecí relación. Javi y Nico, Javiera y Nicolás, ahí queda eso. Ella profesora y él tuvo que dejar lo suyo (delineación técnica) con la crisis chilena del 2012 creo (unos años despues de la europea, todo llega) y ahora se dedica a manejar (lease conducir) un coche para Uber (los que están siempre al borde de la ley). Gracias a eso han podido hacer estas cortas vacaciones. Vienen de Machu Pichu, donde las cosas no les salieron muy bien porque les medio engañaron, y de aquí se vuelven a la frontera entre el norte de Chile y Perú donde hay un festival y, como tienen casas de amigos para dormir, el dinero no será un gran problema. Unos tíos bien majos. Me he quedado con su teléfono para cuando haga mi una y otra vez pospuesto viaje a Chile (si es el próximo, será desierto y playa, nada de Andes....)

La foto del de las gafas no es porque me haya vuelto narcisista (o selfiemaníaco), es por las flechitas del fondo. Puede que los kilómetros estén bien, pero las direcciones dejan mucho que desear, ampliad la foto.

Buscando a willy en lo plaza de Tequile


Los chilenos y yo




Vista del Titicaca desde lo alto de Tequile