El colectivo que cojo a primera hora de la tarde me lleva en algo más de una hora a un pueblito que se llama Callalli. Un pueblo solitario, donde acaba de empezar a llover. Con una plaza enorme y nada que ver excepto el paisajc, casi nada. Descanso un rato y bajo unos tres kilómetros hasta Sibayo que está a 3800 metros de altitud y es donde voy a dormir en lo que llaman alojamientos vivenciales.
Sibayo tiene una entrada como la de cualquier pueblo pero sigues durante cinco o diez minutos y al final aparece como dibujado el auténtico Sibayo. Las calles por supuesto vacías. Yo soy el visitante. Debe haber unos 12 alojamientos vivenciales pero me temo que hoy soy el único visitante. Elijo Samana Wasi (Wasi es casa, ya sabéis).
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Sibayo, paja y mostaza |
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Sibayo, simple y bello |
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Sibayo, cuidado como una salita de visitas |
Me reciben Eusebio y Nieves. Paradojas de la vida pero cuanto más profunda es la zona en la que estoy, más "normales" son los nombres. A cada pregunta que hago, Nives y Eusebio discuten en un imposible Quechua-Español y luego me responden. Siempre con una educación primorosa y con una sonrisa. Cenamos a las siete, los tres, sopa de quinoa y trucha del colca. Cuando les pregunto qué han comido me dicen que habas. ¿Y mañana para comer? Pues sopita de Quinoa. Por más que les pregunto no salen de una dieta increiblemente monótona pero al parecer muy querida y valorada. He ayudado a hacer la cena, pelando habas que ellos mismos cultivan; y la cena ha sido pausada y silenciosa, como las de antes. Me he recogido en mi habitación a las 8 de la noche. Que me digan qué otra cosa podía hacer. Como sorpresa Nieves me dio una bolsa de agua, para calentar los piesesitos. Nieves se mal entiende en Español. El intérprete siempre es Eusebio
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Lugar del crimen: pelado de habas |
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Patio interior, la de la izquierda mi habitación |
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Hasta el cartel está cuidado |
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Nieves |
Amanezco antes que el sol y mientras Nieves prepara el desayuno me doy una vuelta por el pueblo. Se ve a muy poca gente pero ya hay actividad. De repente a eso de las 7, como si viniese de las montañas circundantes pero que de verdad viene de un altoparlante (altavoz) el llamado comunicador del pueblo anima a un personal que no veo (no se si son 5 o 50) para que hagan bien las cosas para recibir al turismo, que entiende que quieran mejorar sus viviendas pero que hay que mantener la estética, que ya se habla de este pueblo no solo en el Perú sino también en el extranjero.... En fin un verdadero líder. Es Eusebio quien me dice que le llaman el comunicador (un cargo en el pueblo, entiendo).
Desayuno frugalmente aunque Nieves se desvive por traerme una cosa y otra (de las que tiene o de las que de un salto se va a comprar al "store" de al ladito). Al acabar, como salido de un sombrero Nieves coloca encima de una de las mesas gorritos de alpaca, guantes, bufandas etc. Todo para mi. No puedo sino comprar unos calcetines y unos guantes. Por supuesto negociando.
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Nieves, Eusebio y su improvisado tenderete. |
Tengo dos horas y me voy a conocer lo poco (o mucho según se mire) que tiene Sibayo. Paseito junto al río (el Colca, el de las truchas) en busca de lo que llaman la momia del Juanito. La famosa es la Juanita, de Arequipa, momia inca que ahora está en EEUU en análisis, una joya arqueológica. Pues bien los de Sibayo ni cortos ni perezosos tienen su Juanito. Por el camino me encuentro con un niño que viene de pasear ( a las ocho de la mañana) y me dice que voy bien, que allí al fondo está Juanito, ya cerquita. Pero hay dos repechos y a los 3800 metros subir solo cinco es insoportable, lo prometo. En fin, que por primera vez en mi vida, me rindo, no creo que me faltasen 300 metros, pero !Que le den al Juanito!
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En busca del Juanito. Puente colgante, atracción en Sibayo |
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Felipe, pastor |
Ya de vuelta me encuentro a un pastor, Felipe, que va hacia la hacienda, me dice, unas dos horas y media, pero que prefiere ir por el cañón, viendo las montañas y los pájaritos. Que por la noche sí, que vuelve en movilidad (en un coche). Que un día sí que le gustaría ir a la España. Un hombre sano, sencillo.
Sigo caminando y de nuevo me encuentro al niño que encontré a la ida quien de nuevo saluda y se despide y al poco reaparece, ahora con una bicicleta, que vete a saber dónde tenía, y con ganas de hablar. Una y mil preguntas me hace Rodrigo. No siempre sé cómo contestar pero la hora que estamos juntos lo paso, lo pasamos bien. Me acompaña al mirador de Sibayo, otra de las atracciones que tiene el pueblo. Y cómo no le pregunto que qué tal en la escuela, que qué estudia. Este no me habla de respeto etc. Va a lo práctico: Matemáticas, Comunicación y Personal. Lo mismo me han repetido otros niños. Curiosos nombres, me gustaría ver los programas de las asignaturas. Y que le gustan mucho las matemáticas. Y como si de "saber y ganar" se tratase empiezo un suma y sigue de operaciones que el niño, con diez años, me responde con agudeza y con una inteligencia yo diría que innata.
Rodrigo me acompaña hasta el colectivo (furgonetilla en la que apretadamente entramos unas diez personas) y como perrillo faldero nos sigue durante unos cientos de metros hasta que dejo Sibayo.
Sibayo, Sibayo, qué pueblo.
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Rodrigo, matemático en potencia |
Ya en Chivay me como en el mercado un arroz con pollo (una pieza, no se crean), me paso a despedirme de Marta y Martín y me voy hacia las alturas, al lago Titicaca. Pero esta es otra historia.
Qué bonito viaje y qué bien contado.
ResponderEliminarY además has mejorado mucho con la cámara. Todavía me acuerdo de la foto que me hiciste en el tenis.
Qué mala leche. Gracias
EliminarDice tu madre que en la foto de Sibayo te pareces mucho a papá. "ay dio mio,dio mio".
ResponderEliminary añade !hay que ver lo que está disfrutando!...!qué interesante!
Intersantísimo, tanto como lo de las marujas
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