He pasado media mañana en Brasil. No me atraen estos lugares fronterizos cuya razón de ser es la venta de toallas, mantelerías y de todo un poco. Lo que me atraía para venir aquí era el portuñol; se habla en Rivera y en Artigas principalmente; en la frontera entre España y Portugal al parecer también se habla portuñol, no sé cómo de parecidos son los dos.
He cogido pronto un autobús y en hora y media ya estaba en Rivera, ansioso por escuchar el idioma (incluso grabarlo) y finalmente triste por mi ineptitud. He querido grabar en la calle, en un supermercado, en una tienda pequeña…. imposible. Quería enviarle una muestra a mi seguidora brasileña pero se ha tenido que conformar con un mal video acompañado de incitaciones a la envidia: yo estaba pisando suelo brasileño y además estaba a escasamente 1600 kms. de Sao Paolo, su casa...
La comida la pago en reales, solo en esto se aprecia el cambio de país.
Son dos ciudades pegadas: Rivera (Uruguay) y Santana do Livramento (Brasil). En torno a 80.000 personas cada una. No hay frontera. Un gran parque/plaza de la Independencia divide las ciudades, a un lado Brasil, al otro Uruguay. No he visto nada igual.
Antes de patearme la comercial ciudad, que como imaginaba carece de interés, he dejado la mochila/maleta en una óptica (sí, sí, en una óptica) para poder moverme cómodamente. Esto me recuerda a que casi mejor volvemos a ayer noche, cuando acababa de escribir mi última entrada en el blog. Eran las 21:30.
Cené en el hotel y me puse a leer en el vestíbulo con sin confianza en que el amigo S se presentase como me había anticipado por la mañana.
S es un buen amigo de E, está jubilado pero le ayuda, dos días por semana, a gestionar sus negocios, hoteles y otros “entretenimientos”. Pero hablemos primero de E.
E es un empresario nato, no para. Tiene pasión por coleccionar objetos de todo tipo. También la tiene por reconstruir “objetos inútiles”, concretaré: ha reconstruido más de 20 Ford T; sí, esos coches de hace más de un siglo que hemos visto en mil películas. Él dice que esta obsesión se debe a un trauma que tuvo de pequeño: en su casa se destruía y él decidió dedicar sus esfuerzos a reconstruir.
Es en el hotel en el que me he alojado (ver fotos de ayer) en el que se dedica todo un pabellón para enseñar a los huéspedes los 22 Ford T que ha logrado reunir; en su mayor parte eran pura chatarra y consiguió que incluso cinco de ellos funcionasen. Hay hasta un Ford T fúnebre y un Ford T tipo bus precioso (pronto lo va a poner a dar paseos a los clientes). En el museo hay otros mil cachivaches adquiridos yo diría que de manera compulsiva; no hay criterio, solo el “me apetece”: un carrito de niño de hace cien años, herramientas de todo tipo para hacer zapatos a mano, con su muestra de zapatos, una garita de atención al cliente de una oficina pública de tiempos de maricastaña, una máquina de tren (que en breve te recibirá al entrar al hotel), la reproducción de una farmacia de, yo diría, principios del siglo pasado (todo con materiales originales) etcétera. Como se ve solo hay algo en común: el capricho.
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Ford T |
Volvemos con S que es quien me enseñó el museo y me dio todo tipo de explicaciones. Luego nos sentamos a tomar un café (qué remedio) y no paramos de hablar hasta las 12:30. Es un hombre que ha estado muy implicado en temas políticos, trabajando en ONGs y más tarde como funcionario público, siempre cerca de la Izquierda. El ejemplo de uruguayo intelectual y progresista que algunos tenemos en nuestra mente. Lo cierto es que aprendí mucho, sobre el país, su historia y sus gentes; además me divertí.
Esta mañana a las 7:15 S apareció cuando yo acababa de desayunar. Como ahora vive en Rivera (temporalmente porque piensa volverse a la costa, a Maldonado), le he preguntado dónde podía dejar la mochila mientras reconocía el lugar. Y así llegamos a la óptica que mencionaba más arriba.
Pero no salimos de la óptica. Porque después de comer en Brasil me he acercado a por mis pertenencias y, como tenía tiempo y no me gusta hablar, me he hecho invitar a un café (de sobre) por quienes atendían en la tienda, D y K y, así, sin darnos cuenta, una hora de cháchara; si algún cliente tuvo tentaciones de entrar, bien seguro que las venció rápidamente, los tres estábamos muy ocupados arreglando el mundo.
D es un hombre al que le gusta moverse; y se ha movido. Habla correctamente portugués porque vivió en Brasil; también ha vivido en Estados Unidos. Pero al menos no me ha hablado de querer emigrar, aunque sí hemos hablado y mucho de emigrantes y de mezclas de pueblos y lenguas.
Y yo a lo mío, al portuñol. Tenía una duda: si este “dialecto” (así lo clasifican los lingüistas) era de uruguayos que tiñen su español de portugués o de brasileños que hacen lo opuesto. Hoy en día más parece lo primero (no quiere decir que siempre haya sido así); un argumento que convence, dice D, es el observar que la mayoría de los uruguayos fronterizos hablan portugués y son muchos menos los brasileños que hablan español. Pensemos que hoy Brasil es un “gran país”, hace unos años no era lo mismo. La historia va y vuelve.
Lo que sigue admirándome es que el portuñol de España/Portugal sea el mismo; el amigo D así lo confirma.
Y para acabar, un sucedido que ha contado D cuando hablábamos de emigración, libertad de movimientos etc y que tiene mucha miga. Yendo él, D, en coche con un amigo de Rivera hacia Cerro Largo (sudeste del país) les paró la policía; dónde va, les preguntan; el amigo, guasón, contesta: a Salto (noroeste del país). Pero eso es en sentido contrario le contestó el policía. Bueno, verá, sí, dijo el amigo, pero cada uno va por donde quiere. El policía les mandó seguir. Y siguieron, riendo y riendo.
Si alguno se ha quedado con ganas (no creo) ahí tiene dos enlaces. Uno de ellos es el documental "Vozes das margens" en el que se oye hablar en portuñol; quien hable portugués o el que lo esté aprendiendo aprecie las diferencias y ya me contará.
Documental "Vozes das margens"
De frontera a frontera. El autobús llega a mi siguiente destino, Paysandú; el río Uruguay separa a esta ciudad de una argentina, Colón.
He visto el documental y me cuesta entender el portuñol. Pero me ha parecido muy curioso
ResponderEliminarHabrá que acercarse a las tierras gallegas en las que se habla. Yo creo que puedo averiguar dónde. Te pasaré un artículo que leí no hace mucho.
EliminarVaya vaya...parece que hoy has disfrutado de la conversación. En fin, es lo tuyo. besitos guapo !
ResponderEliminarHoy, día 20, también he conversado y disfrutado. Ya lo verás. Un beso
ResponderEliminarQué bonitas historias cuentas Juan Carlos, qué gran conversador, y por lo que veo has mejorado mucho en fotografía después del truño de foto que me hiciste el Londres en el tenis.
ResponderEliminarCuánta mala persona hay suelta
EliminarNo me acuerdo del portuñol cuando íbamos a Galicia.
ResponderEliminarEstábamos demasiado ocupados en jugar y divertirnos, incluyo a tu “hermano primo” Nacho.
Solo debe ser en zonas fronterizas muy concretas. También yo me acuerdo de Nacho.
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