miércoles, 12 de febrero de 2025

2. El amigo uruguayo

Su familia era vasca, de Vitoria. Su padre ebanista. En la posguerra incivil decidieron emigrar a Argentina.

Mi amigo, le llamaremos Ei, nació en Chivilcoy, una ciudad a unos 150 kms de Buenos Aires y que hoy no llega a los 90.000 habitantes. 

Años 50, por no se sabe qué razones  la familia  emigró nuevamente, a Uruguay. Ahí es donde realmente nació mi amigo, al menos yo siempre lo creí así; para mí, él, Ei, era uruguayo. Allí  se hizo adulto y estudió Medicina, hasta 4º. Ya por entonces apuntaba maneras y se me hizo tupamaro.

Principios de los 70. Lo de tupamaro suena subversivo pero quién con dos dedos de frente no  habrá tenido la tentación de hacer la revolución por esos lares. Y mi amigo tenía más que dos dedos.

Fue extraditado a Argentina, no sin antes pasar por la cárcel. Quede claro, él siempre lo dijo: "sin delitos de sangre". Eso sí, decía que "no por falta de ganas pero sí por falta de puntería".  Por esos años se sabe que se relacionó con Pepe Mujica, unos años mayor que él,  quizás en la calle quizás en la cárcel, no lo sé  (PM estuvo entre rejas del 72 al 85). Tampoco sé con certeza su nombre de guerra, me sería útil para presentarme uno de estos días en la finca del amigo Mujica; aunque creo que si le digo Ei como si le digo L. Apostaría por decirle Nacho; no me extrañaría que se acordase, hay gente que deja huella. 

Argentina era un desastre. Ya estaba Videla dando guerra. Y mi amigo tuvo que escapar de nuevo, a otro país vecino, Chile. Agosto de 1973, Pinochet había decidido reventar el gobierno democrático de Allende. No había espacio para tupamaros. Eran los preliminares del Plan Cóndor (Operación Cóndor para otros).

Huyó a Cuba, allí le recibirían con los brazos abiertos. Cuba, esa isla maldita, esa isla del comunismo, esa isla que ha dado luz, educación y miseria a tantos ciudadanos a lo largo del mundo revolucionario, le salvó la vida; y siempre le estuvo agradecido. No es que no supiese con quien estaba tratando, pero él siempre decía: "es que me salvó la vida”; no  es mal argumento.

Dos años en la isla, ganándose el pan como encargado de ferretería. Objetivo, reunirse con su pareja, digamos Y,  a la que había dejado ya no recuerdo dónde, para así luego  volver a la tierra de la familia, España. Pero paradojas de este mundo, desde Cuba no era tan fácil. Primero había que ir a Rusia y más tarde, de allí  a París; paso a paso.

En París trabajó un tiempo de plomero. Ateo como era prefirió acercarse a Notre Dame y enrolarse como sacristán. Todo esto no le daba para mucho y Ei decidió negociar con la Iglesia. Propuso al pater un trato: repartirían al cincuenta por ciento el excedente sobre lo que se venía obteniendo normalmente al pasar el cepillo. Y cuando mi amigo lo pasaba  no cambiaba de fila ni de banco hasta que el fiel que amenazaba con sacar la monedita (sin verdadera intención de hacerlo)  la depositaba por fin en el cepillo. A mi con amenazas. Terminaba la misa pero Ei seguía pasando el cepillo. Triplicó los ingresos. Perseverancia se llama. También supo aplicar en Notre Dame el moderno concepto de la economía circular:  cuando una vela amenazaba con morir  “y para evitar los incendios” se reprocesaba y lista de nuevo para la venta. Ya apuntaba maneras (comerciales) el que luego fue compañero de trabajo. 

Un tío marianista, el tío Lorenzo, le ayudó a conseguir papeles en España. Cuando el encargado del Registro Civil  le preguntó por su religión, Ei dijo: ateo. Vamos a poner católico, es mejor, le contestó el encargado. Así se hizo.

L. trabajó muchos años en España con responsabilidades comerciales importantes, un hombre serio; murió hace ahora diez años. Yo entonces vivía en Londres, no pude darle un último adiós, pero me acuerdo muy bien de él. Algo debió infundirrme para que vuelva a Uruguay y le tenga tan presente. Para mi era un buen hombre, una persona íntegra con la que era un placer hablar.     Y  siempre siempre con un punto de buen humor; !Tan importante! Envidiable.






Vale por hoy. Empiezan los avisos para el embarque. Como viene siendo constumbre ahí va una foto a la salida de casa. Esta vez hemos modernizado la mochila.










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