He madrugado, la noche ha sido movida, la música ha sonado hasta tarde, el hotel parecía tranquilo pero se ve que siempre hay quien descansa de día.

Rodeado de montañas voy a pasear hasta la Cascada de las Ánimas. Quizás me anime con alguna actividad. Parapente no, eso lo dejo para la próxima primavera en España.
Tengo suerte, una guía para mi solo. Se llama Orlita, vaya nombre extraño. Al parque, que es privado, solo se puede entrar con guía. Son decenas de hectáreas explotadas por el propietario y que tiene un acuerdo con el Estado que le subvenciona. Le dicen pomposamente “Escenario de la Naturaleza”. La cascada que le da nombre no me dice nada. Quizás en invierno sea más vistosa. Hay otra, la del colibrí, que es ciertamente más lucida, pero llegó tarde y el nombre no resultaba tan atractivo. El paseo es entretenido, las explicaciones algo confusas pero divertidas. La más curiosa se refiere a una pequeña planta que al parecer siempre crece a unos centímetros de un arbusto. El arbusto se llama Litre y suele producir una especie de urticaria, la planta es el antídoto, se llama Palqui. Curiosa la naturaleza, buenos y malos tan juntos ellos.




No hubo tirolina ni nada parecido, no había gente.
Decido volver en un colectivo (taxi compartido), el conductor es simpático y le da bien al palique. El viaje, dos lukas, léase 2000 pesos. ¿Por qué se dice luka? Vaya usted a saber. Me deja en la ciudad cuando justo suena su teléfono: Patricio Javier, dime…
Me quedan todavía dos horas para visitar el prometedor Centro Gabriela Mistral. Doy una y dos vueltas, igual que una pareja de guiris que andan perdidos, busco un programa de actividades, ellos también. Al final doy con la boletería (donde se sacan las entradas). No hay programa que valga, las actividades empiezan en marzo. Mi cara es de asombro, no te digo la de los guiris. No acaban de entenderlo y me siento obligado a explicárselo. Yo tampoco lo entiendo. El Centro es soberbio.
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Los mismos puestos, la misma gente. |
Un último paseo por las aburridas calles peatonales y la misma historia de siempre: policía en coche ahuyentando a los vendedores ambulantes. Una cosa es diferente: estos no
son negritos, son mestizos; y todos hablan un español muy puro, con solera.
son negritos, son mestizos; y todos hablan un español muy puro, con solera.
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¿Por qué harán cola? Fácil, apuestas... Siempre igual |
Falta pasión, inventate aunque sea una novela "negra", y nos tienes en un ayyy!!!
ResponderEliminarAquí hace mucho frió y necesitamos algo que caliente el ambiente, venga Mariscal, que tú sí que molas y yo me merezco una historia!!!
Un abrazote.
Another very busy day
ResponderEliminarDid you see lots of nature
Cajón de Maipo? vaya nombrecito... no lo conocía. Ahora ya sí.
ResponderEliminarLa empanada chilena es como la de la tía Olga? ´qué rica!!
Besooooooos